El camino más rápido entre dos
puntos constituye una línea recta. Un recorrido a poder hacer en diferentes trastos:
transportados en trenes, coches, autobuses, aviones, bicicletas o incluso a
pie. El medio más seguro es el avión, dicen, pero resulta que estas naves
voladoras atraen más miedos que pasajeros, y no hablo de las sucesivas huelgas
de controladores o la desaparición de líneas. A mí, realmente me traumatizan
todos los asesores de decisiones inverosímiles capaces de crear unos
aeropuertos inservibles a la par que económicamente insuperables en todo el territorio
español.
Y si hablamos de aeropuertos no puede saltar otro nombre a la palestra como es el de Carlos Fabra, cabecilla del Partido Popular que ejerció su poder de Presidente de la Diputación de Castellón, al igual que de empresario, como el culo. Una Terminal sin aviones solo es concebido para los juguetes LEGO y no para desechar dinero públicos a millones en monumentos llamados aeropuertos. Aunque existan ideas de independencia en muchas de nuestras comunidades, yo no considero necesario afianzar unos proyectos basado en términos de lejanía.
Y es que la familia Fabra se
rodea de un aura de rareza. No tienen ni un pelo de tontos, tienen buenos
contactos, como el famoso calvo de la lotería de Navidad. No resulte extraño
confabular contra la casualidad que supone haber ganado nueve veces la lotería
en tan solo diez años. Algo tan improbable como la paz mundial. Resulta más
cercano a la realidad el dictaminar que este personaje, vividor tras unas gafas
de sol, solía comprar billetes premiados, del sorteo nacional, para no tener
que declarar ese dinero ganado por otros ciudadanos; una artimaña solo apta
para políticos corruptos.
Ahora sigamos con otro ejemplo de
la prestigiosa familia Adams, digo…Fabra. Aparece en escena Andrea Fabra la
hija de… cada uno que la termine como quiera o como su mente le incite. Esta
señoritinga de tres al cuarto se ha lucido, pero nadie apaga su luz puesto que
parece ser intocable, además parece ser costumbre que los políticos no se hagan
cargo de las facturas. Un perdón mandado y tan falso comparable con el de S.M
el Rey al volver de su safari sexual con un elefante protagonista de por medio.
Fabra hija no dudó en regalar a todo oído oyente un calificativo que nunca pasa
desapercibido; “que les jodan”.
Y es que algunas personas se
vuelven locas con los cambios. Seguimos a muerte nuestras convicciones pese a
que incluso creamos en ocasiones que van en nuestro prejuicio. Este insulto fue
proferido al aire tras anunciarse unos recortes, unas normas terroristas contra
los últimos monos que somos todos aquellos no relacionados con la política. El
PP no hace, con estos acontecimientos cada vez más usuales, sino afianzar su
mala imagen al no proceder a un castigo por parte del propio partido. No por
tratarse de una legislatura tienen que acatar normas y aplicaciones en el
último tramo.
Existe de una deuda económica que
tenemos por delante, pero si miramos a nuestro lado también se nos debe una
deuda profesional, un incumplimiento de palabra que disminuye en comparación
con la crisis, aunque su valoración individual sería penosa. Depositamos
esperanzas y recogemos aguijones.
Aplausos que personalmente
convertiría en bofetadas, e incluso puñetazos. El caballero oscuro que siempre
va haciendo eses se alza cual protagonista de una guerra ensalzando su inhumana
nueva. Recortes en educación, en administraciones públicas y sobre todo, en
dignidad. Los que al principio tenían soluciones para todo, ahora las comparten
entre coches oficiales sin que los demás tengamos conciencia de qué está
pasando en nuestro país. Recibimos mayor cupo de noticias por parte del
extranjero a nuestro país que intrínsicamente desde España. No existe feed-back, no hay comunicación ni
intenciones de ello.
Aun así, una no representativa
porción de nosotros, como monos con platillos, decidimos aplaudir y vitorear
las cortantes decisiones de las tijeras del señor presidente del Gobierno. Nos
creímos dioses en un mundo de trabajadores, nos vestimos de gala para ir a la
cama, nos la sudaban las decisiones tomadas, pero ahora ¿qué nos espera? Solo
nos queda aguantar los regates de los políticos, pero no nos dejaremos meter un
gol.