Madrid, capital
de España y centro neurálgico del turismo al cual solo les interesan unos tipos
de monumentos: La comida y las mujeres. Y es que estas mujeres de vida alegre y
triste a la vez forman parte de las calles de paseantes chulapos. Ahora es
posible equiparar la Cibeles, la Puerta de Alcalá, o el Oso y el Madroño con la
rumana, la latinoamericana o la rusa. Casi están presentes como la sagrada de
familia que representa a la capital condal. Reverte plasma toda esta ideología
de liberalismo y consentimiento llevado tan alto como la promiscuidad y la
desgraciada supervivencia de las prostitutas de los barrios madrileños. No se
esconden, acompañadas de chulos -que no chulapos- e intentando captar clientes
para poder comer de su bolsillo.
La ironía del
texto del ex-corresponsal de guerra trata con sarcasmo, como ya es rutinario,
en este caso que se podría oficializar la prostitución y utilizarlo como
herramienta de marketing para atraer extranjeros. “Madrid, tapas y putas”, un
reclamo como el de un ave en época de celo.
Acostumbrados ya
desde pequeños los hijos de Madrid a ver en cada esquina la raja de una falda
descosida. Acostumbrados todos a la resignación de tener que ver a sus hijos
observar dichas prendas de telas ligeras, de movimiento suntuoso al baile del
libre albedrío.
También
empatizar con estas mujeres que tienen que pasar sin gozo sobre las secuelas
del sexo por pago. No lo hacen por gusto y siempre tienen claro que sus
pretensiones no son el molestar a los viandantes.
Muchos libros
tratan este tema tan escabroso, pero pongámonos en la piel maquillada de estas
mujeres; ¿dónde van a ir? esto queda reflejado en muchas obras. Uno de los más
llamativos es el escrito por el periodista José Miguel Vila: Prostitución: vidas quebradas. Historias
anónimas pero conocidas y reconocidas por todos plasmadas en unas hojas que
detallan todo el desafío y asquerosidad mohosa de la prostitución. Algunas
ejercen de forma voluntaria, otras solo obedecen las ordenes que les imponen.
Garantizar una socialización digna entre profesionales del cuerpo y
profesionales de mente solo está al alcance del ojo de Sauron que todo lo ve,
aunque parezca no hacer caso: La actual alcaldesa de Madrid, Ana Botella. De
momento por mucho que hable Reverte o que yo lo reafirme con este texto, habrá
muchos que nos callen la boca y la
escritura.
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