jueves, 31 de mayo de 2012

American Horror Story




Series que te atrapan hasta estrangularte en tu agonía por entretenerte. Así definiría a una temporada magistral de suspense, acción miedo y terror de la mano de American Horror Story. Una película distribuida por fascículos como si de entregas de volúmenes de  Stephen King o de Agatha Christie se tratara. Te lanzan un extremo del hilo para que vayas enrollándolo a la vez que transcurre toda la intrigante trama. Un relato hecho imágenes, cuidadosos detalles sacados de las páginas de los más grandes literatos de terror.

Gran importancia de personajes que entrelazan sus historias para desembocar en un mismo punto común e inesperado. Al igual que Stephen King, en esta serie se emplean, para provocar miedo, personajes que comúnmente podrían ser tus vecinos. No se hace partícipe a lo sobrenatural salvo en determinadas ocasiones como la aparición de muertos, pero siguen siendo personas de carne y hueso, quizás por eso la acongoja es mayor aún si cabe.

Lo bueno es seguir una dinámica ordinaria y convertirla en un hecho novedoso y extraño. La vida hecha thriller. Otro rasgo característico entre el escritor y la serie, es la anulación o escasa aparición de descripciones, los actos son los que crean a los personajes, y sus comportamientos las causas de la discordia surgida.

Un relato muy bien llevado a la gran pantalla es la película de Mikael Håfström 1408. Este thriller de terror traducido al cine de una de las cortas historias del gran King. Angustia y miedo sin necesidad para usar el socorrido recurso de la sangre y las escenas “gore”. Hechos poco alejados de la realidad causan más pánico que cualquier ciencia ficción absoluta. Literatura verosímil transformada en fotogramas, nunca se podrá captar lo que un escritor pretende plasmar en su obra, pero a través de los recursos cinematográficos se consigue, o a veces no, provocar sensaciones en un público asombrado.

¿Nunca te has sentido, estando solo en casa, como si alguien estuviera allí contigo? Cosa tan simple como esa puede convertirse en tu peor pesadilla en la mente y la pluma de Stephen King. Incitar al terror posible, el miedo a lo verdadero, todos nos regimos por nuestros temores y son estos los que nos arrastran a llevar a cabo determinadas acciones.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Réquiem por un sueño


Y es que esta película estadounidense del año 2000, marcada para muchos como una genialidad, penetra en uno de los temas más tópicos usados en cine o literatura, las drogas. Pero esta vez se muestran aquellas adicciones que quizás no nos demos cuenta que las presenciamos, puesto que no lo concebimos como tal. Además, ¿por qué explotar tanto todo lo relacionado con las drogas? Si muchas obras maestras, ya sean pinturas, libros, canciones… algunas de las mejores composiciones artísticas han nacido de la mano de alguna sustancial ilegal que ha ayudado a la captura de la ansiada inspiración.

Por eso en esta película podemos ver otra área de la sociedad que a través de algunos vicios intentan asemejar su vida a un sueño, o por lo menos a no vivir sufriendo ni sufriendo por vivir. Por eso viene mucho a colación el propio nombre de la película Requiem for a dream, el réquiem como canto a una vida sujeta a continuas adicciones que nos acaban llevando a la muerte, y por eso se apuesta por un canto a los sueños. Pero como bien es sabido, los sueños pertenecen a otra dimensión y no son plasmados en la realidad, por eso se busca el efecto placebo ya sea en drogas duras como una obsesiva atención hacia los dulces. Y este film intenta mostrar todo un ambiente que termina revocando en la propia muerte como consecuencia de los actos cometidos, y te van introduciendo en el propio masoquismo y desesperación de unos personajes que teniendo muchas expectativas, se vinieron a bajo como era de esperar. Todo este ritual podríamos relacionarlo con la misa previa antes de ver a los difuntos y darles el pésame. Además, la banda sonora siempre insta a pensar en temas religiosos, debido a su solemnidad y el tono de muerte. Y es que, ya lo decía Calderón de la Barca: “La vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Mantener los pies en el suelo es nuestro deber como seres racionales, pero esto no quita a que en tu mente reflejes un mundo o una historia personal de cómo querrías que fuera una vida. Este es el trabajo, muchas veces, de los grandes literatos. Además, no hay que olvidar que esta película sale a luz gracias a la influencia del libro de Hubert Selby Última salida para Brooklyn, del cual surge este largometraje.

Y es que, esta novela fue escrita por una persona sin conocimientos necesarios, no era ni escritor ni poseía estudios de periodismo. Refleja en su novela todo lo que él considera relevante y medicinal, puesto que tomaba el escribir como mero entretenimiento y distracción para sus problemas crónicos y su delicada salud. Por ello salió este tipo de narrativa tan dura y tan poco optimista. Traslada su visión decaída de la vida a sus páginas, tocando temas como la marginación o la depresión ante los acontecimientos que experimenta y siente. Es todo un conjunto de problemas sociales y la manera en la que enfrentarse a ellos.

NUBES Y CLAROS MARCA EL RELOJ




¿Qué es eso que vuela, es un pájaro, un avión, Supermán? No, es el tiempo. Un cronómetro sin botón de pause y al que echas mano en cualquier momento. Flexible como los despidos, rígido en cuanto a sus formas y, tan engañoso que se convierte en la envidia de cualquier político, una utopía cada vez más cercana. El tiempo juega con nosotros, es nuestro banquero particular aunque generalizado, el tiempo es oro.

Un especialista en medicina encargado de los dolores físicos y psíquicos, el tiempo lo cura todo. Vuela, pero siempre permanece en el mismo sitio, movimiento paralizado y continuo, una paradoja temporal. Cirujano preciso y temperamental que, a veces, forma parte de nuestro viaje en este mundo; “no hay recuerdo que el tiempo no borre, ni pena que la muerte no acabe”, Miguel de Cervantes. Y es que el hombre tiene mucho tiempo con el paso de los años, pero más tiempo posee el propio tiempo al que nunca le falla la puntualidad.

Tiempo al tiempo, ¿para qué darle más de lo mismo a algo que lo tiene todo? Si acaso dame tiempo a mí que me hará más falta. Plasticidad absoluta incluso en los casos en los que las dichosas y frágiles manecillas del reloj marcan nuestro destino y, las pautas a seguir en cada instante. Ya lo dijo Henry Ford: “cuando pensamos que el día de mañana nunca llegará, ya se ha convertido en el ayer”.  La inexistencia del presente marca nuestros genes, somos presos de un pasado al que no podemos llegar, y de un futuro que ansiamos y que, por la velocidad atlética del tiempo, pronto termina en transformarse en el ayer. El tiempo vuela sí, pero también corre, y nosotros nunca lo alcanzaremos, aunque pase a nuestro lado.

Ajetreos varios cada día, deshacerse de las sábanas temprano, el despertador tiembla cuando le llega el tiempo, es una esclavitud temporizada. Estamos anclados al dios Cronos cada vez que miramos nuestras muñecas. Esposas que marcan una hora, una cuenta atrás hacia algo que no sabemos, solo lo sabe el tiempo.

Si corres atrás en el tiempo es una acción tan innecesaria como inútil. Es como querer atravesar un muro de hormigón. No mires hacia delante, es de idiotas, porque cuando hacemos eso lo que realmente ocurre es que dejamos escapar aún más el tiempo, se esfuma de nuestras narices, emprende la huída.

Se suele decir que el tiempo se acaba, y no es cierto. Lo que finaliza es nuestro turno, nuestras oportunidades. Aún así, algunos insisten en la idea de que hay tiempo para todo. Segundos, minutos y horas infinitas de las cuales nos pertenecen una mísera porción. No hay tiempo para poder hacer todo lo que te propongas, solo optamos de un tiempo destinado a pensar qué vamos a hacer al siguiente segundo, una pérdida de tiempo.

¿Acaso nos pertenece el tiempo? Lo consideramos como algo propio mientras todo lo que no logramos percibir se ríe de nosotros y de nuestra ignorancia, “somos hijos de nuestro tiempo”, José Ortega y Gasset, y como buenos progenitores le debemos nuestro respeto y obediencia. Estamos atrapados en sus estrictos reglamentos y dictatoriales normas.

Pensamos que somos capaces de comprar un poco de tiempo, lo hacemos tangible. Nos obcecamos en ganar algo de tiempo para nuestro disfrute, el consumismo llega a tales extremos que creemos que todo es mercancía pero… qué caro es el tiempo, causa de todos los males, un día nos sobra, y a la mañana siguiente nos falta y necesitamos ganarlo. Es imposible apoderarnos de un tiempo atemporal. Somos súbditos de unas decisiones manipuladas por una constante, el tiempo pone a cada uno en su lugar.

Ahora el tiempo se me termina igual que a los que me rodean y, a los que no. No requerimos de ninguna máquina del tiempo creada por nuestra mente en forma de pensamientos y evocaciones. Lo más gratificante es saber que el tiempo está ahí y que formamos parte de él, no nos enfrentemos a él, no le entendamos, así que tampoco intentemos negociar con él. Solo ignorémosle y metamos nuestra velocidad, quizás sea tiempo de cambiar.


domingo, 27 de mayo de 2012

Gattaca


Esta película de 1997 del estadounidense  Andrew Niccol es una muestra fehaciente de la sociedad del perfeccionismo. Un mundo donde para garantizar la estabilidad y el equilibrio, lo que se pretende es crear genéticamente a los recién nacidos para que no sufran ninguna patología ni reciban el lujo de tener problemas. Quizás podamos decir que ni de lejos llegaríamos a esos límites, pero si observamos con más detalle nos damos cuenta de que en parte ya vivimos en ese ambiente donde tiene mayor cabida la perfección que cualquiera otra persona que no pueda llegar a ésta por la interposición de algún obstáculo en su vida.



Podemos definir lo de hoy en día como la sociedad de la imagen, un prototipo de ser que debes de cumplir para ser aceptado y que cuantas más taras poseas, menos posibilidades tienes para poder llegar a cumplir ciertos objetivos. Se nos presiona tanto en este tema, ya sea publicidad, campañas, las personas… que algunas personas, en las que me incluyo, llegan a desesperarse y a preguntarse la razón de este desplazamiento o repudio. Según dicen, la primera impresión lo es todo para empezar con buen pie pero, ¿qué pasa si estás destinado a no crear esa buena intención? Supone un conflicto interno, el querer y no poder. El pensar que tienes las mismas posibilidades que el resto de personas es ya una incógnita, y, sobre todo, cuando la cabeza no hace mas que decirte constantemente que no estás a la altura de los demás. Muchos son los pensamientos que te hacen creer que nunca llegarás a nada, la envidia que sientes al ver el disfrute de otras personas, toda la mierda que tu cabeza intenta conseguir que te lo creas cuando realmente, puede ser, que vivamos en un mundo igualitario y que ofrece las mismas oportunidades a todos. Pero de momento mi cabeza me dice que no se lo cree…

El club de la lucha


Película tomada de la novela de  Chuck Palahniuk que debe ser vista al menos una vez en la vida y que te lleva a reflexionar aspectos que no te los hubieras imaginado. ¿Realmente poseemos una única personalidad, o nos componemos de diferentes personajes que según el acto nos comportamos de distintas maneras? Como suele ser normal en el cine, las situaciones son llevadas al extremo que es donde mejor se entiende cualquier explicación, el protagonista se cuestiona su vida como a menudo hacemos nosotros. La rutina suele ser una mala compañera de viaje, nos deberíamos ir con la curiosidad, inquietud, constancia… todos estos amigos que son los que importan y que se cuentan con los dedos de una mano. Dos caras de una misma moneda, así somos, quizás porque tendemos a caer en tentaciones o simplemente por nuestra naturaleza.



Lo único claro es que debemos buscar siempre una ambición desde la perspectiva de que no todo es una mierda en la vida, y que los pequeños detalles desatan la locura de quien los recibe. Por tanto, debemos controlar nuestros impulsos y no perder el norte con el mundo, ser nosotros mismos y dejarlo patente sin que la sociedad influya negativamente en nuestra vida. Primero debernos a nosotros mismos y luego todo eso proyectarlo a los demás, pero sin convertirnos en un mero individuo del consumo, ante todo somos personas con un objetivo.

sábado, 26 de mayo de 2012

TORRES MÁS ALTAS…


Eterna promesa del fútbol, niño de Fuenlabrada e hijo predilecto del Atlético de Madrid. Un día decidió emigrar al ambiente sombrío de la tierra mojada londinense. La nebulosa que cubre el techo anglosajón ha terminado por cubrir a este delantero puro. Toda una vida pegado al balón, 28 años dedicado a cuerpo y alma a este deporte engatusador de espectadores. Unas veces alabado, otras odiado por una hinchada que no atiende razones.

Desde su desembarco en el Chelsea de Román Abramóvich, se depositaron en  él unas expectativas que rondaron los 58 millones de euros. Ahora todo este capital no vale nada para defender unos colores nacionales, amarillo y rojo. El debate acerca de la preselección de Fernando Torres en los entrenamientos de la selección española está en la calle. No le avala la conquista de la cima europea con la Champions, o el haber conseguido uno de los premios más cotizados en Inglaterra: la FA Cup. Ni siquiera el honor de ser el mejor jugador en aquella final de la Eurocopa de 2008, que dio comienzo a toda una historia de leyenda para España. Su peso se sustenta en la lacra que supone ser, en la Selección, el segundo peor promedio goleador entre delanteros, con un gol cada 187 minutos disputados, solo superado por Butragueño, que anotaba un tanto cada 209 minutos.

Torres no se siente a gusto con los blues. Sus declaraciones lo dejan claro: «Este año no he tenido el rol que pensaba que iba a tener». Y es que un jugador cuya función y ambición es encajar goles, no puede mantenerse con una media de seis goles en una temporada.

Y aquí surge la pregunta que muchos se hacen: ¿Por qué Fernando Torres y no Raúl González? Un jugador que, pese a sus 34 años, lo ha dado todo en un modesto club alemán llevándolo a semifinales de la Champions. El ex madridista quizás se merezca más abanderar a su país, y no un delantero cuya función es vagar por un campo en una final de Liga de Campeones, o filmar anuncios de Pepsi durante la campaña.

Una cara bonita no sirve para representar a unos aficionados deseantes de presenciar espectáculo y no una reunión de jóvenes en un terreno de juego. Los jóvenes no nos podemos agarrar como un clavo ardiendo a una esperanza de algo que puede llegar a ser y nunca ha sido.

En este mundo futbolístico adulterado por el dinero y la fama cuesta llegar a lo más alto. Lo peor de todo no es coronarse, sino mantenerse en activo rindiendo a gran nivel. Sin embargo, a cada uno le llega su tiempo y hay que saber cuándo se deben dar oportunidades a otros jugadores. Fernando Torres se está derrumbando en el fango del césped, eso debe comprenderlo cuanto antes.

El niño crece, la ambición desvanece. Las críticas avanzan, las fuerzas flaquean. Lo que antes eran buenos cimientos, ahora se llenan de grietas y caen al ser derribadas por los trabajadores ilusionados con los nuevos materiales sustitutivos. Ley de vida, ley del fútbol.

“Enterrado” por la sociedad




Como una vela que se consume en su último aliento, así nos consumimos en el consumismo bajo las ordenanzas de un alter ego superior que ni siquiera sabemos quien es. Envueltos de gente como si de un manto se tratara y, atrapados en lugares como si en un ataúd nos encontráramos. Es así como transcurre la trama de una de las obras maestras del novel director español Rodrigo Cortés. Como si fuésemos destinados a ser simple mercancía en una sociedad basada en las diferencias. El guión de este film claustrofóbico lo escribió Chris Sparling y vagó durante un tiempo por algunos departamentos de Hollywood hasta que cayó en las manos de un valiente español. Fue un hito el cómo se puede mantener atenta a una masa con solo mostrar un escenario, las minuciosas descripciones visuales que hacen que te sientas involucrado en la batalla in terna que sufre Paul Conroy, el personaje principal. No destriparé el final, pero queda claro cuánto merece la pena arriesgar por una persona que solo pretende ganarse la vida y cuidar de su familia. Nos vemos obligados a ser conducidos por los demás, mil tareas por hacer y muchas veces sin conocer el motivo.

No podemos salirnos del rebaño porque nos mirarían mal, muchas veces pienso si vivimos voluntariamente, o estamos inmersos en la novela 1984 de George Orwell y existe un Gran Hermano llamado: Los casi innombrables mercados, la publicidad, la inyección de miedos a la gente, la rutina, las tradiciones, religión, sumisión… Quizás nuestra vida es un guión que ya está escrito e incluso filmado. Y si no, que se lo digan al fotógrafo británico en cuyo DNI se encuentra impreso el mismo nombre que el protagonista de la película (Paul Conroy) y,  que a diferencia de ser secuestrado por irakíes, en este caso fueron los Sirios, según informó el periódico The Times.

A veces la realidad y la ficción no se encuentran tan separadas y es un fino hilo lo que las une y, otras veces fingimos la realidad a través de una seudo experiencia basada en crear lo que llaman reality. Programas en los que aunque me esfuerce por buscar una explicación a su existencia, no logro desarrollar pensamiento positivo alguno destinado a Gran Hermano, Jersey Shore, Supervivientes, Alaska y Mario… y una larga lista de deshechos televisivos que provocan que nuestro cerebro se atrofie hasta su completa desconexión. ¿En qué mundo vivimos si seguimos visualizando estos hits de la televisión? Y lo más preocupante es eso, que se han situado en el vértice de la pirámide de la audiencia. No veo sentido a convertirnos en un Gran Hermano superior, como en la novela de Orwell, para casi presenciar lo que sería un experimento de ratas de laboratorio, pero trasladado a unas paredes con tabiques y más de una horteradas distribuidas por el espacio de una casa infestada de cámaras. Si lo llego a saber voy a buscar a Paul Conroy y me meto con él en ese claustrofóbico ataúd. Al menos así las únicas imágenes que vería serían las creadas por mi propio pensamiento, que seguro no son tan enrevesadas y falsamente creadas como las de los realities de televisión. Buenas noches, hasta mañana.

jueves, 24 de mayo de 2012

SILENCIO SONORO


Vamos a darles ritmo a estas difuntas horas, veo muertos vivientes asintiendo cabezas en clase. Ropas con más vida que los cuerpos clavados en las sillas. Un líder femenino repetidor de ideas de otros. Un loro con gafas y un pico en movimiento continuo y rumiante. Mecanógrafos expertos, mentira, ludópatas empedernidos, eso sí que es cierto. Jugamos a no entrar en el juego del pastor, no sé donde lleva el bastón para flagelarnos. Los tecnicismos vuelan y rebotan en las paredes, nadie los quiere recoger, más entretenido y simple es el no ser. Repite, repite, repite, creo que se ha rayado, dictados de conciencia e intrusión de conceptos que deambulan y desembocan antes de llegar a la cabeza, mueren de soledad.


Golpes, llamadas de atención con maniobras de animadora. ¡Estoy aquí! Parece decir. Tema, tema, tema, tema, parece un mensaje subliminal hiriente ante la preparación de un examen, pero gracias por no tutearme. Comienza el barullo, el rebaño se impone al control “estricto” de las cuatro paredes. Risas, las risas son la antesala de los lloros, no oigo nada, las carcajadas arrastran cualquier ápice de seriedad. ¡Concurso de payasos! Yo me pido el que siempre está triste.


Todos hablan menos el que tiene que hacerlo, una figura que no impone, solo se expone para una mirada vaga de algún borrego despistado. Prueba escrita, examen, control, ¿Control? Guardad los comentarios absurdos, preguntas estúpidas o dudas inexistentes, en vez de eso usad insultos, serán más beneficiosos y conseguiríais apoyo del grupo. O con él o sin nadie, la cabeza agachada simboliza mi apetencia. Renovación de personalidad, algunos a eso le llaman crecer, madurar. Nos acoplamos a lo que se nos ofrece en cada momento, pero en ocasiones lo mejor es mantenerse de pie mientras los demás se sientan.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Exámenes




Mañana empieza la temporada de exámenes, y no pretende recoger suspensos en un par de semanas… Pruebas de nivel para verificar quién es más listo, el cabeza de lista incrustado en cuatro paredes blancas con agujeros escuchándolo todo. Ahora debería estar estudiando la verdad, pero qué más da, si luego recuerdas las tonterías que una vez viviste. Los mejores recuerdos son los que se quedan grabados como tatuajes, mientras que lo obligadamente memorizado se borra al poco tiempo como una calcomanía.

De todas formas el sistema me condiciona a tener que pasar este tipo de controles para ponerme el sello de apto en mi CV. Solo trabajaré si me avala un mísero papel diciendo que he perdido cuatro años de mi vida compitiendo vagamente con otros desgraciados como yo. Pero bueno, todo sea porque en un futuro cercano pueda presumir de lo que más me apasione hacer en esos momentos.

martes, 22 de mayo de 2012

Madurez interna


Una idea ronda mi cabeza, en esta vida o se es una persona sumisa lamedora de culos ajenos, o te inclinas a ser un personaje cabrón con objetivos inmorales, y porque no, también cabe la opción de inmolarse para aquellos más generosos. ¿Para qué nos preparamos, para el Apocalipsis, la muerte? No entiendo el afán por estructurar todo en la homogeneidad, uniformes para todo, sentimiento de nación unida, porras vestidas de negro luto que agreden contra las rastas o contra ideologías críticas. Sistema que hace caer la autoestima a la suela de nuestros mocasines italianos que compramos en época de bonanza económica.

Yo soy uno de esos que no entran al trapo de la vergüenza española, no creo que me importe lo más mínimo la dinámica de este engranaje llamado estado de bienestar. Desde mi infancia y, sobre todo, pubertad, toda la información e imágenes invadieron mi terreno y creí ser alguien inferior a los demás, un lavado de cerebro que la sociedad lleva a cabo sin inmutarse. Seguir unas reglas no escritas, y si no te ciñes a ellas o no eres lo suficientemente bueno, no vales ¿para qué coño servimos entonces?

Aquí  juega un papel significativo una de las teorías del sociólogo americano George Herbert Mead, el self. Tres concepciones que todos tenemos en nuestra rutina que llamamos vida, se trata de cómo me veo, cómo me ven los demás y cómo creo que me observan. La sección personal, la real y la autodestructiva. No cejamos en nuestro empeño de querer convertirnos en algo que no somos. Yo no quiero ser como soy, necesito alcanzar un estatus que según mi percepción los otros poseen. No encuentro mi sitio en ningún lugar, ando aturdido y desorientado, consciente de que tendré que aceptarme algún día. Pero de momento no es así, no caben más máscaras en mi rostro.

Mi única salida siempre ha sido la huida, esconderme de todo aquello que me hace pensar que no valgo para nada, compararme con toda la gente y salir siempre mal parado. Hacer “parkour” por las calles derruidas de Zaragoza y evitar mi exposición a cualquier situación que ponga en marcha mi perturbada imaginación, vagar por estrechos callejones, evitación de espacios abiertos, aunque sean atajos.

No puedo leer la mente de la gente, pero descifro su mirada, llevo un TDT implantado en el cuero cabelludo, ya con canas, para decodificar todos los canales que me reporta este egocéntrico mundo. Resulta raro decir que me siento un ser imperfecto, y más difícil me supone el describirme con tanta transparencia. Quizás esa no opacidad que hace que conozcamos el inflado sueldo de diputados y senadores -sobre todo de estos últimos debido a su innecesaria labor- yo me conformo con poder decir que estoy cómodo con quién soy y con lo que hago o llegue a hacer, no necesito enormes ingresos de los que poder alardear.

Abandonar y rechazar actividades que de primeras haya querido realizar. Mi mundo al servicio de nadie, solo yo, lo mío es personal e intransferible ¿para qué quiere la gente saber cosas de mí si luego se comportan como si no les importara nada? Joder, hemos perdido el norte. Por eso yo reniego de la demostración de lo que soy o siento. Veo crueldad en cada cruce de miradas, el sonido de los pasos decididos directos a iniciar un ataque furtivo.

No esperar nada de los demás es mi sino, todos necesitamos buscar culpables para lo que no nos podemos explicar. Solución rápida la de siempre salvar nuestro culo de las situaciones que nos inmiscuyen ¿dónde están ahora todas las buenas acciones? No confío ni en mí mismo, pasar de puntillas sin que me señalen con el dedo de la culpabilidad, como si yo fuera el asesino del más sangriento de los crímenes.

¡Dejadme en paz de una puta vez! Yo  no me meto en las vidas de los demás para plantar la semilla de la violencia en el interior, bastantes problemas me crean las voces de mi cabeza como para escuchar también las que surgen en el exterior como fruto de una mera diversión perversa. Cuanto más me planteo todas estas cuestiones, menos sentido veo a lo que hago en esta vida, y en un menor nivel se encuentran los actos de vecinos y familiares, sangre anónima.

La familia es un concepto dañino, quizás sean los que más interés muestren por su beneficio. Tienen que convivir contigo porque así lo mandan los cánones y van más allá cuando quieren una formación para nosotros, en el caso de los padres, pero no se dan cuenta que una educación fundada desde la presión no es sino coartar la libertad. Prefiero escoger mi camino desde una conciencia bohemia y tranquila que saturada de extraños eufemismos de familia feliz reiteradas hasta la saciedad por una sociedad sectaria unida en grupos de iguales. ¿Por qué vivir en familia, por qué el tener que buscar una media naranja, una alma gemela? Llegamos a la muerte sin llegar a conocernos íntegramente y encima creemos saber todo acerca de lo que le pasa a nuestra pareja o amigo. Podemos fingir todo lo que queramos, pensar que nos ilusionan las cosas pero… ¿sigo sin saber el por qué?

Hacemos planes, disfrutamos de una esperanza a veces imposible, evocamos un pasado en el que no recaer, pero eso no sirve exactamente para nada. Lo verdaderamente importante es el presente, el aquí y ahora, lo que experimentamos, lo que tenga que venir ya vendrá y lo pasado ya pasó ahora no nos vale la pena traerlo de vuelta.

Yo me como la cabeza con todo esto, sufro antes incluso de que llegue el dolor, me lastimo por una posibilidad que pueda suceder, o no. Las mejores películas que he visto son las que he creado en mi imaginación, salgo mal parado en cada onírico fotograma, no se ni porqué escribo la verdad, somos millones de cerebros que se van renovando segundo a segundo, somos un punto de la línea del tiempo. Ni me valoro ni valoro a los demás, solo quiero sobrellevarlo todo de manera que solo me pueda frustrar por lo que me digo, y no por cosas oídas o vistas. Dejo pasar todo, aprovecho momentos para aparentar ser una persona distinta.

Haced lo que queráis con vuestras vidas de lujo y pobreza, superad vuestros problemas si lo deseáis o arrastraros al peor de los desastres, pero sobre todo, ¡dejad de tocarme los cojones de una puta vez y de hacerme la vida imposible!

Sonámbulo de día, escritor temerario


La vida es movimiento, aspas de un reloj en constante tintineo, un rayo de luz por las aberturas de la persiana, aquel vecino taladrándote el tímpano con la música racista como si estuviera en la discoteca, y el despertar de los sonidos de las salas de baño, así son los amaneceres hoy en día. Sobrevivimos despreocupados, mecanizamos todos nuestros actos y nos convertimos en meros autómatas, replicantes de la película Blade runner. Apenas salimos de la rutina, obsesión por la organización, desde nuestra propia habitación hasta los cajones de los calcetines de los políticos corruptos, los paraísos fiscales, ahogados ahora con su propia correa mientras son paseados por la vox populi, ya iba siendo hora de sacar la mierda fuera.
La misma canción de siempre, somos tan predecibles… no salirnos del margen como cuando pintábamos en nuestra etapa de inocencia e ingenuidad que algunos aún mantienen. Maniatados a vicios que ataviados de escapatoria intentan evadirnos de la realidad, cruda vida real y asquerosamente robotizada. Tabaco, drogas, alcohol, sexo, huidas inesperadas, actos de rebeldía, manifestaciones, actos de lujuria, descontrol, desorden, paranoias…

¿Para qué acomodarnos en lo que vemos y percibimos, si acaso no preferimos formar parte de otra existencia? Ya va siendo hora de salirse de la raya, esnifarla si hace falta, atravesar esa línea prohibitiva que envuelve cada paso que damos en falso. No estar conforme es el camino y el gozo mi destino, basta ya de automatismos innecesarios, castigos sin sentido, pensamientos monótonos soldados en nuestra mente por toda la tradición. Yo no quiero pertenecer al pasado, ni encadenarme a un modo de vivir inhumano ni animal basado en instintos.

Adiós expectativas que la gente pone en mí, adiós estereotipos prefijados, adiós prototipos moldeables por la sociedad, adiós lo normal. Eso ya es aburrido, ¿tan alto grado de locura es decir y hacer lo que se piensa? Pues me voy al psiquiátrico, al menos ahí me entenderán. La enajenación hace recapacitar y analizar todo lo que alcanza nuestra vista y nuestro subconsciente.

Lo bueno de contar todas estas historias en estos mini relatos es que luego al leerlos no me acuerdo si en verdad fui yo el creador, o era alguien el que guiaba mi dedo para teclear. Hay cosas incluso que no llego a entender de mí mismo, el recuerdo es vago, la memoria infinita, y las ganas de pensar agotadas. Solo sé que escribo y no son palabras vacías ni necias, seguro que tienen todo el significado del mundo para algunos lectores tan dementes como yo.

Me gustaría rodearme de gente que me entendiera, pero teniendo en cuenta que ni yo mismo me comprendo quizás tendría que buscar mi verdadera identidad, aquello que me identifique del resto. Por tanto, si no pretendo parecerme a los demás y poseer mi propio carácter ¿cómo me van a poder entender? No hay solución posible que abarque las dos opciones en un resultado, o compartimos una misma concepción de lo que nos encierra y podemos llegar a comprendernos, o te alzas como ser distinto a los demás con la primera y última consecuencia de la exclusión y marginación.

La duda sigue vigente y se respira en el ambiente contaminado, ¿ser sumisos o tener personalidad? ¿Aparentar o ser natural? ¿Fingir o ser sincero? Sea cual sea la decisión escogida no creo que nadie pueda llegar a saber qué camino elegiste. Fiarte de alguien te puede costar caro o te puede salir rentable, ahí tu capacidad para ser arriesgado y salirte de la monótona rutina cotidiana y redundante en la que estamos inmersos cada despertar en este día de la marmota sin final. Yo ya sé que senda seguir, pero estoy seguro de que no sabréis cual, y mucho menos podréis comprender mi sana locura.

Reflexión sobre la crisis social

Crisis social que deshumaniza hasta pudrirte, sensación de incomprensión hacia políticos ladrones. Inutilidad tatuada en la mirada de banqueros que limpian su culo con dinero en años de vacas gordas. Proclamación de una dictadura social donde el que habla más alto lleva la razón. Así es llevada la dirección de nuestro país, desde una lucha por el interés de cada uno.