Eterno paso de los segundos que
arrasan cualquier atisbo de silencio. No son horas como para estar escribiendo
aquí, pero es lo que toca cuando el sueño no se presenta. Se hace tarde, ¿tarde
para qué? Para la ilusión por hacer cosas, por sentirte realizado. Si os soy
sincero no se qué voy a contaros, solo espero que a alguien le interesen todos
mis perturbados pensamientos sonámbulos. Además, estoy seguro que a la vez que
muchos os compadecéis de mí, otros tantos, o los mismos, os sentís reflejados. Tumbados
en la cama mirando al techo para evitar que se nos caiga encima, sin darnos
cuenta que nosotros estamos sobre un suelo, y debajo de éste; otro techo.
No se cuál la causa que no me
deja dormir, o quizás sea una consecuencia… todo implica darle vueltas a todo,
indecisos de la vida que trasnochan al no decidir qué hacer. Buen punto de
vista poseo desde mi cama, cada pared con su personalidad; música, viajes,
regalos, ropa por el suelo, una guitarra, y por qué no; botellas de cerveza vacías.
La verdad que no recuerdo si todavía sigo solo en casa o es la sensación que
tengo que me embriaga de esta soledad de la que nunca se puede escapar. Tampoco
hay razón para querer huir de ella, espero poder acostumbrarme la verdad. Con la
bandera de Reino Unido me obligo a aprender el idioma universal como es el
inglés, necesario a niveles extremos en la actualidad. Al lado de ésta, el
emblema de la canciller Merkel, y no me refiero a las cervezas, sino a la banderola
alemana que me dice que tengo que regresar a ese gran país para redescubrirme. Multiculturalismo
al servicio patrio, capacidad para una mayor libertad y expresiones no
combatibles, sino permisibles.
No se me ocurre mejor herramienta
para emprender la escapada que mi guitarra, mi fiel escudera allá donde las
haya, con ella me iría a cualquier esquina con tal de que no renegara de mí, cualquier punto del mundo ,mientras sea alejado, es bueno . ¡Anda!
Un cuadro, y salgo yo de pequeño, que cosa más enana fui, y pensar en lo que me
he convertido en estos años… y lo que me queda.
Queda patente también el deporte,
en especial el fútbol, la pared de los únicos y grandiosos logros de los
gladiadores del escudo con el león rampante. Un banderín marca la hazaña en el
Parque de los Príncipes (ya sabréis qué significa eso).
Veo también una foto, creo, con
cuatro chavales de sueños inconclusos, pero diferentes que parecen desearse lo
mejor estén donde estén, vayan a donde vayan, sean quién sean. Notas musicales, melodías en
forma de imágenes pasadas, incluso disfraces. Libros con sus interminables
historias que intentaron contarme sus experiencias, ahora las conozco, y la mayoría ni las
comparto.
Me estoy dando cuenta que quizás
sean todos estos recuerdos los que no me dejan conciliar el sueño más profundo
del que no despertaría nunca. La vida real está ahí para golpearte mientras estás
en la fase REM. La maleta media abierta marca mi borroso destino, no me siento como
en casa, ese sentimiento naufraga y no encuentro la isla en la que vaga
perdido. Hasta que no estemos todos juntos, la melancolía me arrebatará mis
ganas de darlo todo y de poder prestar mi apoyo.
Qué sencillo fue dormir cuando
tenía pocos años, como en ese cuadro que cuelga en mi habitación, ese niño que
nada le preocupaba pero que era el chico más tímido y retraído del mundo. Intentaba
caerle bien a todo el mundo, no pretendía crear discordancias entre sus
allegados ni alejados, en ese momento solo era una esponja, capaz de empaparse
de lo que percibía. Y ahora no se… todo cambia, todo se diluye, todo… menos las
ganas de dormir. Creces, pero sigues siendo ese niño de sonrisa traviesa capaz
de ausentarte con tal de no molestar, y llorando por lo que realmente te acaba por importar.