Una bandada de pájaros atraviesa
el cielo cada día, es todo una coreografía solo conocida para sus aleados
aspirantes. Todos baten sus alas al compás de ninguna canción. Nadie se escapa,
cuanto más alto vueles peor será la caída. Cualquiera de nosotros se
maravillaría mirando hacia arriba contemplando el baile final de despedida. Mientras
tanto, una minúscula corriente provoca que uno de nuestros pelos más finos se
balancee, nadie se entera, solo ella; la mariposa. Una abatida imperceptible
para el que no posee una mirada intrigante del mundo.
Un simple aleteo nada levanta,
apenas un pequeño grano de arena. La cuestión es, si una mariposa arrastra algo
tan insignificante, ¿qué ocurriría si participan en una unión por un objetivo
común? La erosión aumenta conforme la solidaridad crece. Pasa lo mismo con la
suma de bocanadas de aire; una de ellas no arrastrará nada, pero si las
multiplicas el resultado constituye una fuerza aumentada exponencialmente según
los integrantes del juego. Por alguna razón las aves forman grupos y, nunca el
migrar se practica como arte solitaria y separada del resto; “You´ll never fly alone”.
Y nosotros nos empeñamos en
disfrazarnos de superhéroes con egos dotados de egocentrismo y, no nos damos
cuenta de que no se llega a ninguna parte chocándote con todos. Lo más sensato
no es dictaminarte tus propias normas, sino ponerlas en un común acuerdo y
sacar algo positivo de todas ellas. Si nos atacamos a nosotros mismos no
existirá defensa posible para aquellos cazadores furtivos sin escrúpulos
capaces de acabar con cualquier atisbo de belleza flotante. Por eso, yo siempre
despego con esta frase: Tú eres tú, yo soy yo, pero juntos ya somos dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario