sábado, 1 de septiembre de 2012

HAZ QUE EL VIAJE NUNCA ACABE




A los que nos gusta viajar esto es una meca de las nuevas experiencias de juventud siempre recordables. Hablo de la estancia ERASMUS, ese palabro que engloba tanto calificativo juerguista y poco esperanzador. Pero, ¿qué ocurre cuando la persona que se emprende en esta aventura no eres tú, sino alguien cercano a ti? Una mezcla de envidia, alegría, tristeza, nostalgia, o de preocupación te embriaga en el peor momento antes e su marcha; la despedida.

Ya puede estar fuera tres meses, ocho, o dos años, que la sensación será la misma en todo ese tiempo. Se trata de una huida prematura con dirección a una salida que pueda ser viable o no. Una emigración con retorno marcado por un billete de avión. Ganas y desganas se juntan en un nuevo sentimiento que surge en la primera lágrima del adiós al entorno más íntimo. El día en que te asomas por la ventana y piensas: ¿Otra vez la misma instantánea nada más levantarme? En que aburrida ciudad me estoy apalancando. Echarías a correr sin maleta y sin mediar palabra alguna ni con el choque contra gente a la que nunca has hablado pero tienes más vista que un plato de lentejas.

Cualquiera tendría que tener la oportunidad de subirse al barco y zarpar, o el avión y despegar hacia un lugar que es nuevo para ti pero que casi con toda seguridad sabes que está hecho para tu recibimiento ocasional. Y llega la hora, echas los cuatro lloros correspondientes dictaminados por el protocolo familiar y de la amistad y surgen los nervios del primerizo. Es normal, vas a romper ese cordón que te unía a no sabes muy bien el qué y que no te dejaba marchar. Las ataduras se reblandecen en cada paso al horizonte deseado, la distancia se hace palpable como muestra de todo lo que aparcas a la intemperie hasta vete a saber tú cuando.

Pero no pasa nada, todos mandamos suerte y ánimo al que de verdad tiene la verdadera oportunidad de huir temprano. A ti, el que sigue anclado al no ostracismo, te da pena, y mientras, esa persona que se fue se está riendo de ti por lo idiota que eres al pensar eso, ¿pena? Pena la que me da no haber disfrutado de este experimento del señor  Erasmo de Rótterdam antes.

Si ya tenían razón los considerados inteligentes:


“Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte”.

Miguel de Unamuno

“Los viajes sirven para conocer las costumbres de los distintos pueblos y para despojarse del prejuicio de que sólo es la propia patria se puede vivir de la manera a que uno está acostumbrado”.

René Descartes

“Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia”.
Francis Bacon

“Viajar es el paraíso de los necios. Nuestro primer viaje nos descubre la indiferencia de los lugares”.

 Ralph Waldo Emerson


Todas estas frases se resumen en: Vete, disfruta, olvídate de todo, aprende lo que te enseñen, vente, muéstralo, y huye a otra lugar, cuantas más veces repitas esta ecuación menos sentido tendrá tu aburrimiento y mayores galones obtendrán tus significado de las cosas.


Con especial dedicación a nuestra y digo nuestra gran compañera y amiga: 
                                                                                       LAURIKA

2 comentarios:

  1. Lo malo es, que siempre esta la vuelta a casa, mientras los demás que se han quedado han encauzado el ritmo de sus vidas, llegas de nuevo a un ritmo que casi ni recordabas, solo queda retomar la persona que eras antes de partir. Y eso, es lo mas dificil....

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  2. Yo creo que aunque te hayas escapado un tiempo, tú nunca cambias tu visión de lo que dejaste y los demás tampoco deberían hacer lo mismo contigo. Es cierto que al regreso no todo será como era en un principio, pero no por ello se tiene que volver en contra cualquier hecho. Elegiste salir a pasear fuera de las fronteras, tomaste nuevas influencias pero cultivarte en otras áreas de la vida no significa que cambie tu personalidad, eso se lleva encima aunque viajes a las Antípodas.

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