jueves, 30 de agosto de 2012

EL NEGRO VENCIÓ CON EL LEÓN A CUESTAS



 Por suerte en esta vida existen personas tocadas por un ángel, a los que de tanto ofrecimiento gratuito exportado, reciben un apoyo inimaginable. Tengo que destacar en esta entrada el nombre de un gran hombre: Fernando Cáceres (7 de febrero de 1969, San Isidro, provincia de Buenos Aires). Él no es extremeño, sino argentino, y ha recorrido innumerables campos de fútbol desde su debut en 1986 con Argentinos Juniors, como dicen en su país; es un gran canchero. Su estatura 1.80 cm le hizo valedor de establecerse como el jefe de cualquier zaga, siempre atento y ordenado, su logística formaba parte esencial de lo que fue su posición en el eje defensivo. Quizás no brillaba por su presencia la técnica que tanto se valora ahora, pero Fernando sabía colocarse en el lugar oportuno, estaba en el sitio del conflicto incluso antes de que éste sucediera.


Tuvo que dividirse en dos tierras separadas por un gran charco que nunca dudó en cruzar. Se convirtió en abanderado tanto del su lugar de nacimiento como de donde surgió su asentamiento en el deporte, su querida España. Sus botas formaron parte de la historia de grandes terrenos de juego como la Romareda; Zaragoza (1993-1996), Mestalla; Valencia (1997-1998), Balaídos; Celta de Vigo (1998-2004) y el Nuevo Arcángel; Córdoba (2004). Sus largos paseos por el césped de los estadios de nuestra Liga le hicieron hacerse un hueco entre los jugadores mayor aclamados y más queridos.

Un comportamiento ejemplar fue su premisa siempre presente dentro y fuera del estrambótico y comercial mundo del fútbol. Todo esto le sirvió para pertenecer a esos pocos luchadores con escudo de su nación en el pecho, Cáceres pudo hacerlo durante los años 1992 y 1997, proclamándose campeón de la Copa América en Ecuador en 1993.

Pero, y aquí saco mi vena maña, por lo que muchos le recordamos en lo que a hitos deportivos se refiere es por ese fantástico año para el zaragocismo, aquel 1995. La alineación de aquel entonces te hacía salivar de manera inefable: Estos héroes unidos eran:


1-      Andoni Cedrun.
2-  Alberto Belsué.
3-  Chucho Solana.
4-  Fernando Cáceres.
5-  Nayim.
6-  Xavi Aguado.
7-  Miguel Pardeza. (c)
8-  Santi Aragón.
9-  Juan Eduardo Esnáider.
10- Francisco “Paquete” Higuera.
11-  Gustavo Poyet.


Este equipo llevó al Real Zaragoza, en la noche del 10 de mayo de 1995, al título más importante de su historia al lograr la Recopa de Europa, por 2-1, ante el Arsenal inglés en el Parque de los Príncipes, en París. Algo que sabemos que nunca va a poder ser superado en la vida. Por eso aun podremos decir eso de: “Siempre nos quedará París”.


Como buen ex-zaragocista, Cáceres tiene un corazón de león al servicio de la humanidad. Este sudamericano emigrante se hizo un hueco en la hinchada blanquiazul con el sobrenombre de “el negro”, como así se le llamaba con anterioridad, y llevado sin racismo alguno. Un cisne negro al que siempre le tocaba bailar con la más fea y nunca se quejó.

Y llegó el fatídico día, nadie lo esperaba, pasó muy rápido sin levantar polvareda pero pronto llegó la ventisca de arena a todos los espacios abiertos. El día 1 de noviembre de 2009, Cáceres iba en su coche negro –no podía ser de otro color-  por una de las calles de la localidad de Ciudadela, Buenos Aires, cuando tuvo que verse obligado a parar el vehículo tras ser increpado por cuatro desalmados delincuentes. Éste recogiendo valor se negó a suministrarles lo que pedían sin darles el gusto que tanto ansiaban. Este embrollo culminó con el peor final que podía haberse dado; apretaron el gatillo y la bala fue directa a la cabeza del bueno de Cáceres. Perdió un ojo y se fracturó el cráneo, en esos instantes de la hospitalización, todo el mundo del fútbol apoyó a esta gran persona, las muestras de ánimo y cariño iban en aumento constante y exponencial.

Las operaciones se alargaban y se prolongaban en su intento de extirpar el proyectil de su cabeza, mientras tanto, se juntaban amigos del deporte balompédico para disputar encuentros amistosos a favor de la ausencia del crimen y siempre teniendo de trasfondo la figura de Fernando. Finalmente, y mediante las palabras del médico que lo operó en el hospital Ramón Carrillo, se dictaminó que la bala se alojó en un lugar muy complicado y no se pudo extraer. Fernando se estaba recuperando poco a poco de las graves lesiones, la oscuridad debe esperar para “el negro”.

Un caso similar ocurrió en 2010 con el delantero paraguayo Salvador Cabañas, quien estando de madrugada en una discoteca de la capital mexicana, fue tiroteado por varios individuos cuando se encontraba con su esposa. Un año más tarde, y con 30 años a sus espaldas, se encontraba entrenando con el campeón de Paraguay, el equipo Libertad de Asunción.


En estos días hemos vuelto a comprobar el estado de ánimo y la respuesta física del que fuera estandarte del zaragocismo de la Copa del Rey de 1994 contra el Celta de Vigo y, por supuesto, la Recopa de Europa. Fernando concedía una entrevista en exclusiva tras anunciar que había vuelto a nacer. En ella se observa como su pasión por el fútbol sigue intacta, y sufre cuando nuestro Real Zaragoza posa pie y medio en el descenso a la liga Adelante. Pero, lo más grande de todo, es que no quiero dejar escapar la oportunidad de poder entrenar algún día al equipo de la capital aragonesa. Lo último que podemos escuchar en la entrevista, y siendo palabras textuales es:

 Y a los hinchas del Zaragoza, que me guarden un lugarcito porque algún día seré el entrenador del equipo con mi amigo el Pipa Gancedo. El que antes era un vago y ahora va a tener que correr.





Todo el zaragocismo esperamos que así sea y que inculque todos los valores que Cáceres representó para el fútbol profesional y que quedaron implantados en el escudo del león. Hoy “el negro” ha vuelto a rugir.




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