¿Qué se esconde detrás de las
sotanas? ¿Somos conscientes de las mentes que han decidido difundir una serie
de creencias? Ahora más que nunca la figura del “respetable” se cuestiona en su
afán acaparador. Ya ni se esconden, y parece que se sientan orgullosos de hacer
lo que no deben y que sus compañeros de vocación les encubran.
Hablo de los ya no supuestos
actos de abuso y violación de los menores por parte de una mano Santa. No es
una acusación global, pero, por desgracia, se está extendiendo como si de la
peste se tratara, que al fin y al cabo, es eso, una infección mal curada y
propagada por un sector, en teoría, purificado. Todos estos casos nos deberían
de sorprender, y ya no es así, acostumbrados estamos a leer artículos sobre
algún sacerdote, obispo, cura o lo que sea que ha ejercido de manera equivocada
de niñera. Ex-alumnos de colegios católicos abochornados al recibir abusos en
su infancia, monaguillos con más miedos que el Rey subiendo escaleras, y
tentaciones que carcomen la cabeza de algunos curas y que contemplan como algo
trivial y sin importancia. ¡La pederastia está a la orden del día señores,
pídanlo en sus confesionarios más cercanos, tenemos ofertas de verano!
El avituallamiento de noticias
sobre la Iglesia es continuo, pero algo me ha vuelto a hacer cata-crocker la
cabeza. ELMUNDO.ES me ha servido de fuente para descubrir una nueva amenaza
bacteriológica entre los vocacionales divinos; el
máximo responsable de la Iglesia en Tenerife, el obispo Bernardo Álvarez, nos
ha deleitado con unas declaraciones acerca de los abusos sexuales, que no
tienen desperdicio: "Puede haber menores que sí lo consientan -refiriéndose
a los abusos- y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores
y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas
te provocan". Los de la revista del diario local 'La Opinión' se debieron
quedar con la misma cara de idiota que tengo yo. Les falta acuñar en las
próximas declaraciones la frase “si es que los visten como putas”, claro que
sí, y luego a pedir perdón, o ni eso.
Surgen comparaciones, ya tópicas
y típicas, entre la pederastia y la homosexualidad; excusas inexcusables que
golpean duro contra el colectivo gay y lésbico, no juntemos churras con merinas
por dios. Con justificaciones como: "¿por qué el abusador de
menores es enfermo?", no hace
falta decir nada más. Las cabezas que piensan esto no pueden atender a más
razones que las creadas por ellos mismos. Yo aportaré mi humilde respuesta a
esta cuestión tan clara: Estás enfermo cuando eres capaz de traumatizar a
cualquier persona, más aún siendo un niño, marcándole de por vida y, creando un
pensamiento azotador de autoestima de forma tan gratuitamente macabra y
dolorosa. Por eso el abusador es un enfermo,
si tantas ganas tienen de aliviarse, que se reúnan clandestinamente
entre ellos y que hagan lo que les de la gana, los niños no tienen por qué
enterarse y todo el mundo se saldría con la suya.
Ahora empiezo a entender también
muchas de sus reivindicaciones eclesiásticas y sus proclamas. No abogan por el
uso del preservativo, considérense pecadores si pretenden tomar como opción el
aborto; mejor es dar a luz, criarlos, y mandarlos a colegios custodiados por
curas que te reciben con los brazos abiertos y la sotana levantada hacia el
Señor.
Sigo insistiendo en que este
artículo no implica señalar a todos y cada una de las personas que se han
abierto a sus creencias, solo a los pocos que se aprovechan de ella. Aún así
discrepo de palabras del articulista, de sobras conocido, Juan Manuel de Prada
al afirmar que solo se da bola a estos asuntos tan delicados y turbios, en vez
de ensalzar los comentarios del Papa Benedicto XVI. He de recordar que este
nuevo Papa cuando era conocido como Ratzinger, ya intentó frenar la destitución
de curas fraudulentos implicados en abusos. Intentó encubrir estos hechos con
el según él “por el bien de la Iglesia Universal”.
Solo
abogo a la justicia, y no me refiero a la justicia divina, sino a la terrenal.
Porque de momento lo único que observo es que existen muchos culpables, pero
pocas condenas. Y, mientras tanto, la enfermedad del pederasta continúa
vacilando, no hay antídoto ni cura a la vista.
"¡La pederastia está a la orden del día señores, pídanlo en sus confesionarios más cercanos, tenemos ofertas de verano!"
ResponderEliminarPuro sensacionalismo barato. Por casos aislados no puedes englobar a todo un colectivo dentro de ellos, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Y sobre todo, juzgar una creencia, que seguramente te supera a ti como individuo, sea o no sea cierta. Puedes creer, pero no sentenciar.
Lo que tú, querido amigo, llamas sensacionalismo, yo lo llamo ironía humorística. Puesto que si te dignaras a leer el artículo entero verías referencias como: "No es una acusación global" o "Sigo insistiendo en que este artículo no implica señalar a todos y cada una de las personas que se han abierto a sus creencias, solo a los pocos que se aprovechan de ella".
ResponderEliminarTodo esto viene por un artículo sacado de ELMUNDO y analizado desde mi humilde punto de vista como ya expongo. De todas formas tu opinión es solo tuya, al igual que los culos. Y si tanto me supera a mi como individuo hablar de estos controvertidos temas quizás deberías dar la cara en algún sentido y no hablar por hablar detrás de un "Anónimo" barato. Pon al menos; soy Guille, por ejemplo, o lo que sea.
Aún así gracias por el comentario que algunos me hacen reflexionar y todo. Un saludo señor/a anónimo/a.