miércoles, 25 de julio de 2012

UNA PANDA DE AMAÑADOS ATAJOS


El camino más rápido entre dos puntos constituye una línea recta. Un recorrido a poder hacer en diferentes trastos: transportados en trenes, coches, autobuses, aviones, bicicletas o incluso a pie. El medio más seguro es el avión, dicen, pero resulta que estas naves voladoras atraen más miedos que pasajeros, y no hablo de las sucesivas huelgas de controladores o la desaparición de líneas. A mí, realmente me traumatizan todos los asesores de decisiones inverosímiles capaces de crear unos aeropuertos inservibles a la par que económicamente insuperables en todo el territorio español.


Y si hablamos de aeropuertos no puede saltar otro nombre a la palestra como es el de Carlos Fabra, cabecilla del Partido Popular que ejerció su poder de Presidente de la Diputación de Castellón, al igual que de empresario, como el culo. Una Terminal sin aviones solo es concebido para los juguetes LEGO y no para desechar dinero públicos a millones en monumentos llamados aeropuertos. Aunque existan ideas de independencia en muchas de nuestras comunidades, yo no considero necesario afianzar unos proyectos basado en términos de lejanía.

Y es que la familia Fabra se rodea de un aura de rareza. No tienen ni un pelo de tontos, tienen buenos contactos, como el famoso calvo de la lotería de Navidad. No resulte extraño confabular contra la casualidad que supone haber ganado nueve veces la lotería en tan solo diez años. Algo tan improbable como la paz mundial. Resulta más cercano a la realidad el dictaminar que este personaje, vividor tras unas gafas de sol, solía comprar billetes premiados, del sorteo nacional, para no tener que declarar ese dinero ganado por otros ciudadanos; una artimaña solo apta para políticos corruptos.

Ahora sigamos con otro ejemplo de la prestigiosa familia Adams, digo…Fabra. Aparece en escena Andrea Fabra la hija de… cada uno que la termine como quiera o como su mente le incite. Esta señoritinga de tres al cuarto se ha lucido, pero nadie apaga su luz puesto que parece ser intocable, además parece ser costumbre que los políticos no se hagan cargo de las facturas. Un perdón mandado y tan falso comparable con el de S.M el Rey al volver de su safari sexual con un elefante protagonista de por medio. Fabra hija no dudó en regalar a todo oído oyente un calificativo que nunca pasa desapercibido; “que les jodan”.  

Y es que algunas personas se vuelven locas con los cambios. Seguimos a muerte nuestras convicciones pese a que incluso creamos en ocasiones que van en nuestro prejuicio. Este insulto fue proferido al aire tras anunciarse unos recortes, unas normas terroristas contra los últimos monos que somos todos aquellos no relacionados con la política. El PP no hace, con estos acontecimientos cada vez más usuales, sino afianzar su mala imagen al no proceder a un castigo por parte del propio partido. No por tratarse de una legislatura tienen que acatar normas y aplicaciones en el último tramo.

Existe de una deuda económica que tenemos por delante, pero si miramos a nuestro lado también se nos debe una deuda profesional, un incumplimiento de palabra que disminuye en comparación con la crisis, aunque su valoración individual sería penosa. Depositamos esperanzas y recogemos aguijones.



Aplausos que personalmente convertiría en bofetadas, e incluso puñetazos. El caballero oscuro que siempre va haciendo eses se alza cual protagonista de una guerra ensalzando su inhumana nueva. Recortes en educación, en administraciones públicas y sobre todo, en dignidad. Los que al principio tenían soluciones para todo, ahora las comparten entre coches oficiales sin que los demás tengamos conciencia de qué está pasando en nuestro país. Recibimos mayor cupo de noticias por parte del extranjero a nuestro país que intrínsicamente desde España. No existe feed-back, no hay comunicación ni intenciones de ello.

Aun así, una no representativa porción de nosotros, como monos con platillos, decidimos aplaudir y vitorear las cortantes decisiones de las tijeras del señor presidente del Gobierno. Nos creímos dioses en un mundo de trabajadores, nos vestimos de gala para ir a la cama, nos la sudaban las decisiones tomadas, pero ahora ¿qué nos espera? Solo nos queda aguantar los regates de los políticos, pero no nos dejaremos meter un gol. 

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