domingo, 10 de junio de 2012

HOMENAJE Patente de corso. Arturo Pérez Reverte. El Yonatan y la Jessi

Siguiendo la secuela propia de este sublime y preciso escritor, se quedan plasmadas de igual manera palabras e ideas en un texto que recoge la subcultura de “canis” y “chonis” enfocados en dos nombres: el Yonatan y la Jessi. Interpretando su papel de uno de los personajes de esta variopinta especie, va destripando la posible relación entre dos de estos jóvenes usando su propio vocabulario, una crítica hecha desde dentro. Pérez Reverte hurga en la herida de los resquicios de lo que podría ser una sociedad progresista y activa, ve a estos jóvenes de barrio como el eslabón siguiente al más que conocido “chuloplaya” o “el macho ibérico”.

Cuando estamos luchando por conseguir trabajo y ser parte participativa aparecen, como si de piedras se trataran, la denominada generación de los “ni-ni” (ni trabajan, ni estudian). Yo tampoco sería capaz de ofrecer un puesto de trabajo a un joven de este calibre, pero sobre todo, espero que las siguientes generaciones no sean una continuación de la Jessi, la Jenny o el Kevin, ni por supuesto que se reproduzcan para concebir una versión mejorada: Canis 2.0.

Esta invasión “niniásica” hace ver un futuro negro y, aun así no dejo de pensar si algún día esto se podría erradicar o de algún modo curar. La imagen de Belén Esteban, “la princesa del pueblo”, ha hecho mucho daño para algunos habitantes, los normales, de dicho pueblo. Algunos la toman como modelo a seguir, una persona referente a la que aferrarse en esta vida y a la cual proyectan una devoción como si de una divinidad se tratara. Y mientras le profesan su respeto, se oye de fondo cualquier sonido estridente que emana de un coche y cuyo dueño hace llamar “músiqueta makineta”. Me pregunto quién fue el primero en iniciarse en ese mundo y cómo fue capaz de crear adeptos y llamar la atención de los otros.

 Yo me compadezco de todos esos jóvenes que creen que tienen la vida resuelta y cuyo único ejercicio en la vida es ir de fiesta o estar tranquilos. No quisiera generalizar pero, además, un gran porcentajes de éstos se inician, con todo lo que esto repercute, en el mundo de las drogas, un mundo que distorsiona la realidad. Al igual que en el libro Alicia en el país de las maravillas, muchos jóvenes de hoy en día prefieren ver con otra perspectiva lo que les rodea, ya sea enganchándose a una “litrona” en cualquier rincón o con cualquier tipo de droga, ya sea dura o blanda. No se concibe, por ejemplo, la marihuana como algo dañino, muchos de nuestros ídolos la consumían y crearon grandes obras maestras. Pero no se puede estar viviendo en un ambiente que no es el real, siguiendo la corriente, ya sea un conejo blanco o cualquier otra cosa. Se debe construir un futuro propio, a veces nadar a contracorriente como una trucha, pero nunca pertenecer a una vida asimilándola como una carrera de galgos que siguen al mismo conejo sin observar su alrededor y sin preocupaciones, solo la de alcanzar ese supuesto animal como si de una última raya de cocaína se tratara.

Reverte es muy bueno en lo suyo, y normalmente solo con contar lo que él ve, pero a su manera, consigue destripar aquello de lo que está escribiendo, de modo que el propio lector sea capaz de organizar sus pensamientos para darle vueltas a lo que el autor hace referencia.

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