Siguiendo
la secuela propia de este sublime y preciso escritor, se quedan plasmadas de
igual manera palabras e ideas en un texto que recoge la subcultura de “canis” y
“chonis” enfocados en dos nombres: el Yonatan y la Jessi. Interpretando su
papel de uno de los personajes de esta variopinta especie, va destripando la
posible relación entre dos de estos jóvenes usando su propio vocabulario, una
crítica hecha desde dentro. Pérez Reverte hurga en la herida de los resquicios
de lo que podría ser una sociedad progresista y activa, ve a estos jóvenes de
barrio como el eslabón siguiente al más que conocido “chuloplaya” o “el macho
ibérico”.
Cuando
estamos luchando por conseguir trabajo y ser parte participativa aparecen, como
si de piedras se trataran, la denominada generación de los “ni-ni” (ni trabajan,
ni estudian). Yo tampoco sería capaz de ofrecer un puesto de trabajo a un joven
de este calibre, pero sobre todo, espero que las siguientes generaciones no
sean una continuación de la Jessi, la Jenny o el Kevin, ni por supuesto que se
reproduzcan para concebir una versión mejorada: Canis 2.0.
Esta
invasión “niniásica” hace ver un futuro negro y, aun así no dejo de pensar si
algún día esto se podría erradicar o de algún modo curar. La imagen de Belén
Esteban, “la princesa del pueblo”, ha hecho mucho daño para algunos habitantes,
los normales, de dicho pueblo. Algunos la toman como modelo a seguir, una
persona referente a la que aferrarse en esta vida y a la cual proyectan una
devoción como si de una divinidad se tratara. Y mientras le profesan su respeto,
se oye de fondo cualquier sonido estridente que emana de un coche y cuyo dueño
hace llamar “músiqueta makineta”. Me pregunto quién fue el primero en iniciarse
en ese mundo y cómo fue capaz de crear adeptos y llamar la atención de los otros.
Yo me compadezco de todos esos jóvenes que
creen que tienen la vida resuelta y cuyo único ejercicio en la vida es ir de
fiesta o estar tranquilos. No quisiera generalizar pero, además, un gran
porcentajes de éstos se inician, con todo lo que esto repercute, en el mundo de
las drogas, un mundo que distorsiona la realidad. Al igual que en el libro Alicia en el país de las maravillas, muchos
jóvenes de hoy en día prefieren ver con otra perspectiva lo que les rodea, ya
sea enganchándose a una “litrona” en cualquier rincón o con cualquier tipo de
droga, ya sea dura o blanda. No se concibe, por ejemplo, la marihuana como algo
dañino, muchos de nuestros ídolos la consumían y crearon grandes obras
maestras. Pero no se puede estar viviendo en un ambiente que no es el real, siguiendo
la corriente, ya sea un conejo blanco o cualquier otra cosa. Se debe construir
un futuro propio, a veces nadar a contracorriente como una trucha, pero nunca
pertenecer a una vida asimilándola como una carrera de galgos que siguen al
mismo conejo sin observar su alrededor y sin preocupaciones, solo la de
alcanzar ese supuesto animal como si de una última raya de cocaína se tratara.
Reverte
es muy bueno en lo suyo, y normalmente solo con contar lo que él ve, pero a su
manera, consigue destripar aquello de lo que está escribiendo, de modo que el
propio lector sea capaz de organizar sus pensamientos para darle vueltas a lo
que el autor hace referencia.
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