Siete, siete son
los pecados capitales; uno para cada día de la semana. Se dice que el que no
esté libre de pecado que tire la primera piedra; no habría suficientes para
todos nosotros. Dante los escogió para su Divina
Comedia y los expuso: Lujuria, gula, envidia, ira, avaricia, pereza y
soberbia, estos son los siete enemigos del hombre que muchas veces ni
imaginamos que nos acompañan. Por eso este thriller
de 1995 con sus más que reconocidos actores Morgan Freeman y Brad Pitt,
consiguen hacernos recordar las tentaciones de la vida. Muestra como todos
podemos caer en ellas y lo fácil que resulta hacerlo y, además, la complejidad
que requiere el librarse de estas penas. Un cómico español decía: “Si esta
película se hubiera hecho en España hubiesen sido seis los pecados capitales,
ya que la pereza está intrínseca en el individuo español”. De todas formas uno
nunca está exento de cometer uno de estos pecados.
Siete suele ser
el número de la suerte, el séptimo de caballería, o los siete mares, pero en
este caso, se trata de unas pistas dejadas por un asesino y que de suerte tiene
poco. Lo mucho abarca y o poco aprieta, y es así como deberíamos ver estas
tentaciones, desde un prisma por el cual podamos transformarlas en algo
positivo. Pasar de un pecado a una bondad: Ira-carácter, pereza-descanso,
avaricia-ambición, soberbia-quererse a uno mismo, gula-apetito, lujuria-deseo y
envidia-competitividad. Haciendo de lo prohibido algo que nos valga la pena
podría ser una solución frente a lo negativo de los pecados, sobre todo, para
devotos de la religión cristiana.
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