martes, 5 de junio de 2012

La vida es un circo, y los circos vida son


La ruleta de la suerte, la tómbola de la vida, tengo boletos de todo y nunca me toca nada. Soy un desgraciado en un mundo de inoperantes personajes. Actores con funciones limitadas y sin capacidad para la improvisación. Llega la feria, ahora subo a la noria y me transporta a lo más alto, me siento bien. Poco a poco voy bajando, vuelta a la normalidad. Le cedo el turno a la montaña rusa, segundos en los que soy Dios e instantes posteriores cuando paso a ser la mierda de los zapatos de cualquier ser superior. Pero la mayor putada es que siempre regresas al mismo lugar y en la misma posición, ataviado con arneses rezando para que no se suelten.

Pasando por las atracciones veo gente con experiencia en sus garitas, mentirosos de profesión que intentan atraer gente sin motivación alguna. No les culpo, es su trabajo. Escopetas mal calibradas como la de Froilán, mira mal, y acertarás. ¡Payasos! Gente enmascarada tras un maquillaje satánico dispuestos a evadirte de tus preocupaciones incitándote a pensar en situaciones inverosímiles, ¿te suena esto Rajoy?

Regalos de consolación caen a mis manos. Son las pequeñas palmadas en la espalda al decirte que al menos lo intentaste. Competitividad en estado puro, gente con traje y su pareja dispuestos a fardar de masculinidad, el dinero lo puede todo. Si los participantes del rodeo circense tuvieran dinero no tendrían que mentir para ganarse la vida, no les haría falta pintarse y divagar con tonterías. La vida está engendrada para la actividad de unos personajes extraños del circo extrapolables al ambiente real en forma de individuos ordinarios. La vida es un Estado y estado de broma.

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