miércoles, 6 de junio de 2012

¿VUELTA CICLISTA ESPAÑA? No gracias.


¡Qué obsesión por la competición, qué ganas de malgastar energías en balde! Ya era hora de que alguien expresara de una vez lo que todos pensamos. Se creen que son  Miguel Indurain, a falta de un maillot amarillo. Las calles son invadidas por estos seres de piernas incansables. El pedaleo va y viene cortando el viento, no sabes por dónde va a sonar ese insufrible sonido del timbre. Una llamada para soltar cualquier palabra malsonante contra ese híbrido mitad máquina mitad cuerpo, el cerebro se va perdiendo en cada curva. Hay que estar atento a todas las posibles e imposibles direcciones, cualquier esquina es buena para el zarpazo de un manillar de los ciclistas urbanos.

Se debe pensar que bicicleta es sinónimo de velocidad y de “me paso por el forro de los cojones cualquier norma vial”. No existen los colores para ellos, deben ser daltónicos, o todo lo deben ver de color verde. Tienen preferencia en cualquier situación, son de la misma familia que los autobuses, en caso de duda aléjense de cualquier automóvil que no sea un coche o una moto.

Al final deberían crear un examen para sacarse el carné de este vehículo tan dispar y odiado. No puedo negar que con él haces ejercicio y contribuyes al medio ambiente, mi intención no es rehusar del uso de este medio de transporte. Solo intento concienciar a los que van subidos a ese sillín, son como jueces de silla en un partido de tenis, todo lo ven y no les lleves la contraria, siempre llevan la razón.

El mundo al revés y tremendamente posesivo, los pasos de peatones son suyos, la carretera suya, la acera suya también. El tranvía va a tener que apartarse de la vía cada vez que oiga el ¡trin trin! Y atrévete a mirarles mal… que se giran indignados como diciendo “¿pero me dices a mí?”, aunque sea el culpable de un atropello se amparan en un derecho inexistente: los ciclistas no son de este mundo, son un caso aparte.

Corredores que parecen ir drogados en su afán de alcanzar la velocidad de la luz, y no derramar una sola gota de sudor por su frente. Carne roja repleta de clembuterol se deja ver en las encías de estos descontrolados competidores al reírse de nuestra cara de ignorante al pasar. Igual se piensan que al final del trayecto les premiarán con un par de besos de dos despampanantes chicas y un león de peluche… yo lo pienso así.

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