Inapetencia, vagancia o pereza.
Lo mismo supone que supone lo mismo. Te digo todo y no te digo nada. Estados de
ánimo contagiosos incorporados sistemáticamente a nuestros no actos. Permaneces
inmóvil mientras todo lo que alcanzas a observar emprende una huida de tu
horizonte de visión.
Presencias todo tipo de
situaciones, algunas atentan contra lo que tu conciencia dicta como algo
moralmente reprochable, otras veces tu atención desvaría concentrándose en
alzamientos heroicos. Normalmente no distinguimos ninguna de estas dos, únicamente
somos soldados de cera que se consumen en cada puesta de sol.
A veces pienso que solo somos
ojos, todo lo que digamos apenas carece de relevancia. Nos quitan el habla, nos
ponen palabras en la boca que no reconocemos y ni siquiera entendemos. Formamos
parte de muchos grupos de representantes que en nada se asemejan a lo que
somos. Yo soy un anónimo en este mundo de famosos, un fantasma con convicciones
desconocidas. Como yo, la mayoría se sitúan en mi mismo bando. Dudo que todas
las voces que retumban en lo más alto puedan entender todo lo que están
expresando. Ahora mismo tiene mayor significado el silencio que la intrusión
oral.
Ruidos esperpénticos adornando
las calles, cacerolas que cumplen otra función al igual que las personas
criticadas por este menaje. Un mensaje común aunque tardío, esperemos que no
sea en vano y caiga en saco roto. Bolsas de dinero público en manos privadas, inocentes
puestos en bandeja de plata de unos culpables vencedores. Somos criados al
servicio de unos marqueses arrogantes sin ideales colectivos. La evolución
parece haber llegado antes en algunos sectores, otros somos el último eslabón
apenas perceptible para los seres desarrollados.
Hacemos el trabajo sucio, nos manchamos
por dentro y por fuera. Llegamos incluso a desarrollar un conflicto interno
dándonos explicaciones sobre la necesidad de incumplir la ley por un instante.
Llamadas de atención desde las
puertas del infierno, nos camuflamos con nada, pues nuestras caras no son
reconocibles, no somos nadie y en nadie nos convertiremos. Inmundicia social,
gente teniendo que apalancarse en cada esquina con un cartel atentando a la
ortografía.
Experimentos sociológicos
instaurados desde que la humanidad tiene conciencia, Marx hablaba desde su
entendimiento, división de gobernantes y gobernados. Ahora todo sale a la luz,
haciendo un estúpido aunque global homenaje a lo que pudo haber sido un acto
terrorista sin precedentes al parlamento inglés con Guy Fawkes. Simbología
conmemorativa de la película americana V
de Vendetta y su más que reconocida máscara para ataviar rostros que
representan el anonimato.
Mucho ha llovido desde la época
feudal, pero seguimos conservando un pseudosistema estamental que nos bautiza a
los plebeyos como objetivo principal, a los que poder sodomizar sin temor a
represalias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario