He de confesar que he fallado.
Como ya ocurrió el año pasado, he vuelto a suspender la última asignatura del
curso. Algo premonitorio teniendo en cuenta mi poca pasión por dicho temario.
Una enseñanza de algo que veo pero desconozco, oigo y no entiendo, estremezco y
no se por qué. Se trata de la política, ese efímero concepto escurridizo al
pronunciarlo. Una estocada en la garganta cada vez que uno de sus dueños abre
la boca, incluso para respirar.
Un aprendizaje sin sentido. Vocabulario
y expresiones hechas trizas en comparecencias como la de la actual alcaldesa de
Madrid, Ana Botella, en el debate del estado de la ciudad. Tripartitos formados
por dos partidos, Asturias mudándose a tierras andaluzas…
Sigo sin percatarme de lo realmente
ineptos que somos, sobre todo cuando terminamos por exportar toda esta
sobresaliente ignorancia. Desesperación para nosotros y compasión para el resto
del mundo. Compaginamos nuestras convicciones con las desastrosas actuaciones
de los sastres del país que manejan los hilos de nuestras vidas.
Un presidente que pretende un
“rescate” el mismo día que la selección española de fútbol representa nuestro
poco acierto frente al omnipresente Estado de Italia. No se a vosotros, pero a
mí me entraron ganas de que los polacos pensaran que Rajoy era ruso y así se
pusieran las botas…
Ahora, además, resulta que el
supuesto rescate nos va a costar un ojo de la cara. Unos intereses que se
sumarán a toda la deuda en la futura devolución. Los grandes fantasmas políticos
afincados en el poder niegan todo este doble endeudamiento, esperemos a ver qué pasa. Eufemismos, tabúes, el patio de recreo en el que se ha convertido el
Congreso hace cada vez más complicado situar la criba y separar lo realmente
trascendente de cualquier infantil juego.
En esta nueva etapa es hora de
sacar todos los trapos sucios. Se pretende confiscar todo el dinero que
personas influyentes tomaron de rehén en un intento de robo. Carlos Dívar, presidente del Consejo General del
Poder Judicial y
del Tribunal Supremo es uno de los
que están presentes en estos momentos. Su alocado pensamiento llegó a
contemplar sus tendenciosas cenas y sus viajes de fin de semana como actos
protocolarios. Él hizo el presupuesto, y pagamos la cuenta los demás.
Mientras ocurre todo esto, Inditex aumenta sus
ganancias en un 30% respecto al año pasado con unas ventas que llegan a los 432
millones de euros en su primer trimestre.
No se ustedes, pero yo cada vez
entiendo menos este puto mundo y la mierda de sociedad en la que estamos
encarcelados.
Muy buena Alex!
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